Dichiaro guerra al tempo (Declaro la guerra al tiempo)
De los Sonetos de William Shakespeare
Dos mujeres yacen ensimismadas en las profundidades del tiempo. Una en la época isabelina, la otra en la época moderna. Habitan la misma habitación. No se ven, no se hablan directamente, pero seguramente se perciben. La habitación es la habitación de la memoria. Por doquier, manuscritos, versos, palabras perpetuas, partituras musicales. Los versos pertenecen a William Shakespeare. En la sala del imaginario del gran poeta uno se puede extraviar. Allí hay pocos objetos, el espacio es denso, recorrido por susurros y voces olvidadas, memorias de antiguas interpretaciones, sombras en tránsito y reflejos de luz que obnubilan. El poeta es testigo incansable de un mundo que ya no existe, una realidad construida con dedicación, fe, potencia expresiva, seriedad, competencia y valores indiscutibles. El poeta visita el futuro en la vida de todos los días, luchando por la verdad, se desmaya, tiembla, pierde la conciencia por un instante y en aquel instante elabora universos, sueña el infinito e intenta descifrar la gramática. Así es la escritura de Shakespeare, escritura “viviente”, trazada en el inconsciente de sus intérpretes. Así es su Poesía. Este viajero de la ilusión y del sueño habla una lengua de cristal, se mensura con cualquier posible realidad, cualquier forma de traición y, como en el fondo de un pozo, se desvive por hablarle a todos los hombres aún “vivos”, a través de versos que nos relatan los miedos de un viejo, las pesadillas nocturnas de un rey dejado solo por las hijas, las noches de amor de una Reina, los afanes de un joven príncipe, los pensamientos de un gran comandante… La habitación que alberga a este hombre tiene grandes paredes de humo que sufren de la inestabilidad propia de los sueños y, por lo tanto, cambian continuamente. Precisamente porque es un “instrumento divino”, precisamente porque dialoga con los ángeles, el poeta no sólo debe divertirnos (di-vertere = distraer de), sino tiene que ayudarnos a recuperar nuestra gracia perdida, nuestra inocencia, por mucho tiempo anhelada y añorada, borrada inexorablemente por el cinismo y la superficialidad de nuestra vida cotidiana. Así las dos mujeres inician un diálogo sin fin, donde, en dos dimensiones diferentes, se preguntan una y otra vez sobre la verdadera naturaleza del amor. Sobre el límite entre el amor y la amistad. ¿En qué se diferencian el amor pasional y el amor ideal? ¿Cuándo podemos hablar de afinidades electivas? Shakespeare en sus sonetos investiga todos los posibles aspectos del amor. Y el amor mismo se convierte así en el instrumento de excelencia para conocerse a sí mismo, al prójimo, al mundo, a la poesía, a la belleza y a la caducidad. Una conversación infinita, donde el juego de los sentimientos es vivido profundamente y lleva las dos mujeres a mirar con dulcísima compasión la fatal caducidad de nuestro tiempo terrenal. Porque es precisamente el Tiempo, con su engaño, su horror, su esplendor, a representar el verdadero gran tema de los Sonetos de Shakespeare. Amor y Tiempo. Ambos caducos. Ambos infinitos. Y nosotros siempre en guerra. Con ambos.
DICHIARO GUERRA AL TEMPO (DECLARO LA GUERRA AL TIEMPO)
de los Sonetos de William Shakespeare
Con Manuela Kustermann Melania Giglio
Vestuario Anna Mode y Silvia Aimonino
Música de Pink Floyd, David Bowie, Queen, Rolling Stones, Joni Mitchell, Peter Gabriel, Cat Stevens
Luces Valerio Geroldi
a cargo de Daniel Salvo
Producciones
La Regina dei banditi (La Reina de los bandidos)
Vida de Phoolan Devi, entre leyenda y realidad
La stanza del tramonto (La habitación del atardecer)
Apuntes sobre la vida ordinaria de un mamífero
Le baccanti (Las bacantes)
Las Bacantes representan una ventana a la irracionalidad, en un mundo antiguo de real libertad expresiva, de posesión dionisíaca
Anelante (Anhelante)
En un espacio sin volumen, la pared plana cierra a la vista de la carne ritual que explota y se rebela.
Site specific
Un bosque, un jardín, una fábrica en desuso, una antigua villa, un parque arqueológico, una estación abandonada, el puerto de la ciudad vieja
Pinturas
Tarde o temprano habrá que desenmarañar los nudos, nudos a desenredar, lazos que mantienen enlazadas a generaciones enteras a fetiches culturales